DRIVE funciona como un ensayo kinetoscópico: aquí, el movimiento es representado para ser entendido, y este ejercicio, a su vez, ofrece descubrimientos asombrosos sobre la naturaleza misma de la imágen. Crandall participa del espíritu de investigación de Edward Muybridge, Ethienne Jules Marey y Harold Edgerton. Un estudio que ha fascinado al arte (sin Marey no habría Desnudo bajando la escalera) pero que por derecho propio es un capítulo fundamental en la historia de la tecnología (sin Muybridge no habría cine). Los diferentes medios utilizados para producir el pietaje de DRIVE son una prueba de ello: cine de 16 y 8 mm, video digital, cámaras de vigilancia y hasta cámaras de manivela. Son ojos químicos, ojos mecánicos, ojos numéricos, cada registro tiene su textura particular. Pero hay movimientos que escapan al umbral interpretativo de la persistencia retiniana; es ahí donde los militares saben hacer su trabajo. Crandall tuvo acceso a programas para la detección de movimiento (motion tracking software) desarrollados por la inteligencia militar. El poder interpretativo de esta tecnología crea un velo de trazos geométricos sobre las imágenes filmadas. Es curioso, por medios completamente artificiales, Crandall ha tocado una de las preocupaciones fundamentales de la pintura moderna. La abstracción del movimiento que por medios distintos señalaban Lazlo Moholy-Nagi o Kandinski, está sintetizada aquí, en composiciones geométricas que emergen como espuma. No sólo vemos la imagen, vemos la mirada, el veloz movimiento ocular de una inteligencia matemática. Puede ser que nuestro entendimiento de la pintura no haya variado tanto como se esperaba, pero el DVD de Crandall es, por lo menos desde la perspectiva de las vanguardias, la pintura del futuro.

Pedro Reyes Alvarez