DRIVE:
Jordan Crandall en el Museo Carrillo Gil
Enrique Jezik
La influencia de los avances tecnológicos en nuestra vida cotidiana
es no sólo una realidad tangible sino un proceso imparable,
cuyas ramificaciones no dejan de extenderse. Quizá uno de los
emergentes más evidentes sea el de los medios de comunicación,
que no cesan de acelerarse. El teórico francés Paul Virilio
señala que asistimos "a la puesta en práctica de la velocidad
absoluta del dominio electromagnético"; para tratar de moverse
según esos parámetros de rapidez que las tecnologías impulsan,
el cuerpo humano necesita acrecentar constantemente su capacidad
de adaptación al entorno cambiante. Pero la toma de conciencia
sobre esa adaptabilidad se diluye en modelos de percepción del
movimiento ligados a parámetros anacrónicos, los implantados
por la popularización el lenguaje cinematográfico.
Sin embargo, fuera del alcance de nuestra vista, otros métodos
de sistematización y análisis del movimiento son desarrollados
y puestos en práctica mediante complejas estructuras informáticas,
con el objetivo de perfeccionar sistemas de vigilancia, de rastreo
y localización y de seguimiento de blancos (targeting). Las
castas militares promueven la investigación en estos campos,
obviamente para los fines de asegurar la superioridad de fuerza
frente al rival de turno.
Los tracks del movimiento
El artista y teórico Jordan Crandall (Detroit, EUA, 1960), a
partir de sus investigaciones en torno a las posibilidades ofrecidas
por las nuevas tecnologías al arte, hace uso de aquellos productos
del celo militar para abordar el estudio del movimiento desde
nuevas perspectivas.
"Quisiera considerar el ejercicio como aquello que determina
las operaciones rítmicas en las cuales el cuerpo es un agente
que sigue procesos, formas y circuitos, y como la actividad
que contiene las capacidades para ajustarse a nuevos regímenes
de acondicionamiento."
Esta frase condensa buena parte del enfoque con que Crandall
ha estructurado Drive, obra polifacética que presenta
en el Museo de Arte Carrillo Gil de la ciudad de México.
Crandall ha concentrado su trabajo en la indagación de las implicaciones
políticas y culturales de los avances tecnológicos y la informatización.
Desde esta perspectiva, Drive es un ensayo en seis capítulos,
cada uno de los cuales es una propuesta videográfica que disecciona
aspectos convergentes de una compleja aproximación al estudio
del movimiento.
En una primera instancia, Crandall nos presenta al cuerpo como
sujeto/agente del movimiento, como objeto de múltiples operaciones
de rastreo, vigilancia, muestreo y análisis. Así, mientras en
el video Track 1 (ritmo / movimiento / máquina), sobre una serie
de imágenes de individuos en ejercicio constante, un software
de detección de movimiento dispone su trama de vectores y coordenadas,
en Track 7 (analiza / viola / protege) varios rostros son escudriñados
mediante una cámara de vigilancia.
"El cuerpo está configurado como un centro de operaciones rítmicas,
como un proceso activo de incorporación y coordinación con maquinarias
técnicas y sociales." Ese proceso relacional individuo-sociedad-tecnología
está sometido a una observación continua desde las esferas del
poder, una intrusión constante en lo privado, el regodeo del
vigilante-voyeur. Track 3 (compulsión / registro) ejemplifica
esas obsesiones. Combinando imágenes de diferentes y muy particulares
texturas (obtenidas con cámaras de cine y de video y mediante
dispositivos de visión nocturna e imagen satelital), Crandall
realiza un escrutinio de la pulsión voyeurista y de la invasión
del "ojo" público, panóptico de alta tecnología.
Sin embargo es en Track 6 (proyectil / contemplación) donde
se presenta descarnadamente al brazo armado del Gran Hermano:
material proveniente de los sistemas de detección de blancos
de bombas inteligentes, helicópteros y otros equipos militares
nos recuerdan quiénes son los comitentes y desarrolladores principales
de la parafernalia destinada a mantener todo bajo control.
Como sabemos, la vinculación entre individuo y sociedad comienza
en casa. Sobre este asunto también hay un capítulo en Drive,
en el que además el artista acentúa sus comentarios sobre el
lenguaje cinematográfico y sobre la influencia que éste ha tenido
en el desarrollo de nuestra percepción del movimiento. Esos
comentarios están presentes en los otros Tracks, donde podemos
ver referencias veladas o muy directas a la forma en que el
cine ha ido forjando, mediante sus propias convenciones, la
manera en que se estructura la idea misma de movimiento a partir
de su representación. Track 4 (matriz: padre / hijo / testigo)
, instalación que presenta dos videos proyectados sobre paredes
opuestas, de manera que no es posible ver ambos al mismo tiempo,
discurre sobre la socialización a través del castigo físico,
interpolando convencionalismos del cine primitivo (en imágenes
obtenidas con una cámara de manivela) con la idea de repetición
presente en los sistemas de monitorización por circuito cerrado.
Si "el movimiento está intrincadamente delimitado por capacidades
e imperativos tecnológicos", Jordan Crandall nos ofrece un análisis
exhaustivo de las operaciones que lo determinan, no para señalar
los límites que se nos imponen, sino apuntando a las potencialidades
del cuerpo humano como ejemplo paradigmático de adaptabilidad
a las nuevas condiciones de un entorno cada vez más tecnificado.
Drive, instalación de Jordan Crandall
Museo de Arte Carrillo Gil
Av. Revolución 1608 esq. Altavista
Col. San Ángel
Hasta el 19 de noviembre. |
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